Los que conocimos a Pablo Domínguez saboreamos la sonrisa de su rostro que nos hablaba de quién habitaba en su corazón. Su interés y dedicación por el prójimo y el anhelo de sabiduría que despertaba en todos nosotros cuando nos pedía que fuerámos a clase con corbata, y nos la poníamos de papel, tantas y tantas cosas no son nada con la presencia del Señor que irradiaba su persona. Pablo, ahora que has escalado más alto que nunca, cuidanos y anímanos a seguir, como decía el beato Pier Giorgio Frassati, "Verso l'alto". Intercede por todos nosotros ante el Padre para que tu testimonio y oración anime a todo el pueblo de Dios a mover montañas.
Benito.
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